Mirad a aquellos hombres vencedores
de carmesí y negros revestidos
con palmas victoriosas recibidos
por los eternos santos moradores.
Son adornados con esos colores:
negro, de los deberes bien cumplidos,
carmesí, porque han sido por fe heridos.
Y se han hecho del Bien aprehensores.
En tierras barbastrenses se fraguaron
muriendo a su amor propio cada día
hasta que al fin su sangre derramaron.
El diario sacrificio del altar
los llevó a expresar con alegría:
¡Por ti, mi Rey Jesús, la sangre dar!
Joaquín Ansaldi
22/08/2014