Donde reina el Evangelio – Votos perpetuos

En una celebración que reflejó fuertemente el aspecto internacional de esta Casa de formación monástica del IVE,[1] tres de nuestros seminaristas de distintas nacionalidades profesaron sus votos perpetuos el 9 de Mayo, fiesta trasladada de Nuestra Señora de Luján. Desde sus comienzos como Casa de formación en 2013, el monasterio ha sido testigo anualmente de la profesión de votos perpetuos por  parte de varios seminaristas que han respondido a la llamada de Dios de consagrar sus vidas a la contemplación del misterio del Verbo Encarnado en el silencio y la soledad.

En la Santa Misa, el P. Miguel Soler, Superior de la Provincia de Nuestra Señora del Pilar, predicó sobre el aspecto mariano de los votos, particularmente cómo el cuarto voto de esclavitud Mariana no es solamente un voto que se añade a los otros, sino también una cualificación de los otros tres, de su práctica y vida.

Asistieron a la misma algunos familiares, sacerdotes

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de la rama apostólica, miembros de la tercera orden, y feligreses del monasterio.

 

Aunque somos contemplativos, los votos que profesamos no son propios de una rama particular del Instituto, sino que se trata de los mismos votos que profesan todos los hijos del Instituto. Como muchos otros miembros del IVE, profesamos los votos en la fiesta de nuestra Patrona.[2] El modo por el cual viviremos nuestros votos es el trazado en las mismas constituciones. Y el mismo superior provincial que cuida de toda la actividad de la rama apostólica de la provincia, es quien recibió nuestros votos. Es por tanto el Instituto, y no la rama contemplativa, el que ha recibido definitivamente tres nuevos miembros.

¿Cómo cuadra un monje en el IVE? ¿Cuál es su función en nuestra familia religiosa? Como todos los miembros del Instituto, la inculturación del evangelio es lo que el monje busca con su fin específico. Como un cuerpo humano en el que no todas las partes tienen el mismo papel,[3] diferentes miembros de nuestra familia religiosa hacen distintas operaciones de maneras diversas para alcanzar el mismo fin de la evangelización. ¿Cómo lo hace? Viviendo sus votos en su grado supremo.

7.4

La inculturación del evangelio es también el fin específico de la rama contemplativa.[4] Es lo que prometimos hacer al decir: “comprometo todas mis fuerzas… para inculturar el evangelio en la diversidad de todas las culturas.”[5] De hecho, el blanco del hábito monástico simboliza la Transfiguración[6] que está íntimamente relacionada con la evangelización de la cultura.[7] Entonces un monje debe inculturar el Evangelio, pero ¿cómo lo hace?

Si “inculturación” es entendido en un sentido puramente material, en el que se requiere un contacto inmediato entre el misionero y la sociedad, entonces el monje estaría verdaderamente muy limitado, y quizás sería totalmente incapaz de inculturar el Evangelio en cualquier sociedad. Al fin y al cabo, un aspecto esencial de monacato es la separación actual o material del mundo, conocido tradicionalmente como la fuga mundi. Pero la inculturación ciertamente no está limitada a actos y momentos específicos que consisten en un contacto directo con una manifestación particular de la sociedad. Como el P. Miguel Soler señaló, “evangelizamos la cultura desde el momento en que nos encontramos insertos en un movimiento que lo tiene como fin específico.”[8] Es decir que la inculturación se lleva a cabo más por nuestra pertenencia al Instituto, que por las obras concretas que realizamos.

A la luz de esto, podemos ver que un modo particular por el que un monasterio contribuye a la evangelización de la cultura es por el testimonio de su modo de vida. Vita Consecrata enseña que “el estilo de vida evangélico es una fuente importante para proponer un nuevo modelo cultural.”[9] En la mente del Beato Pablo VI, este estilo de vida es encarnado en los monasterios en que el Evangelio reina.[10] Estas sociedades pequeñas e ideales de contemplativos “ilustran al Pueblo de Dios con frutos ubérrimos de santidad y le edifican con su ejemplo e incluso contribuyen a su desarrollo con una misteriosa fecundidad.”[11]

Aunque todas las comunidades religiosas evangelizan por su estilo de vida ejemplar, “las más significativas son las comunidades contemplativas.”[12] Hablando de la faceta misionera de la vida en común, el directorio de Vida Fraterna en Común dice: “Toda comunidad religiosa, incluso la específicamente contemplativa, no se repliega sobre sí misma, sino que se hace anuncio, «diakonía» y testimonio profético.”[13]

Los monasterios, especialmente en la mente de San Agustín,[14] eran originalmente un retorno al estilo de vida de la comunidad apostólica: “cor unum et anima una” (Hechos 4:32). Este estilo de vida es el ideal al que la inculturación debe tender; la elevación de la cultura a las virtudes encarnadas en la comunidad apostólica. En la medida que los monasterios reflejen este estilo de vida,  sirven como un modelo para la sociedad y los no-creyentes. Podemos decir que el hombre moderno, tan acostumbrado a las imágenes, es instruido mucho más cuando ve lo que debe ser una cultura Cristiana, que leyendo o escuchando sobre este ideal. Esta idea está presente en el dicho famoso de San Francisco, “Predica el evangelio en todo momento, si es necesario, usa palabras.” La comunidad monástica, cuyo silencio normalmente excluye el ministerio de la predicación, hace visible el evangelio por su estilo de vida.

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Ahora bien, este ideal del estilo de vida evangélico está presente en el grado en que los votos o consejos evangélicos son practicados por los miembros de la comunidad. Con la recitación de la breve fórmula, los monjes tomaron “la vía más excelente y rápida para alcanzar su fin;”[15] tanto su fin último: la unión amorosa con Dios; como el fin específico: la evangelización de la cultura. Los monjes del Instituto, dedicándose exclusivamente al unum necessarium, tienen una oportunidad mejor, y verdaderamente, una necesidad más grande, de practicar estos consejos evangélicos en su grado más sublime.

La pobreza, consistiendo en el abandono voluntario de los bienes exteriores, es un signo especialmente atractivo en estos tiempos extremadamente materialistas. La fuerza atrayente de la pobreza, que era manifiesta en San Juan Bautista y en las órdenes mendicantes medievales, sigue siendo un medio eficaz del que Dios se vale para llamar a las almas. Por lo mismo, un distinguido autor espiritual hace referencia al ejemplo dado por la pobreza evangélica como “el principal y más eficaz de los medios”[16] en el trabajo de la conversión de su patria.

Más aun, la pobreza ayuda la contemplación. Santo Tomás enseña que ayuda especialmente a los contemplativos porque quita muchas preocupaciones que pueden impedir la paz del alma que es tan necesaria para la contemplación.[17] Si este es el caso para todos los religiosos, pues la contemplación es el deber primero de todos los que viven según los votos, con cuanta más razón se aplica al monje “que ocupa  toda  su  vida  en  ella.”[18] Finalmente, la práctica de este voto en su plenitud constituye un aliciente para la contemplación de Dios, que es amado por encima de todas las cosas.[19]

Asimismo, el voto de castidad asiste positivamente en la vocación contemplativa del monje, que consiste en pensar en las cosas de Dios,[20] pues el soltero se preocupa por los asuntos del Señor (cf. 1 Cor 7,32). Además, el mismo amor de Cristo que inspira al religioso a profesar este voto, también inspira “especialmente a los que llevan vida contemplativa a ofrecer a Dios por la salvación de sus prójimos, ‘no sólo sus oraciones y súplicas, sino su propia inmolación» contribuyendo así «poderosamente al bien de la Iglesia’.”[21]

La castidad también contribuye a la evangelización de la cultura pues sirve como un ejemplo poderoso, en tanto que es un testimonio de las realidades futuras sobrenaturales: de la resurrección de la carne, la patria celestial del hombre, y la vida en unión con Dios. Es manifestación de un corazón que se da totalmente a Dios. Quienes practican la castidad demuestran la posibilidad de superar las pasiones feroces, que han atado tantas almas, y demostrar que es posible volar a las alturas de la santidad. Finalmente, el amor autentico que empuja a profesar este voto es una declaración contra la dominante mentalidad hedonista de nuestros días que vuelve todo amor superficial y egoísta.[22]

La Obediencia es la virtud del monje por excelencia. El monacato, que surgió de un deseo de dar la vida por Dios en una época en que el imperio romano había cesado de perseguir cristianos,[23] fue entendido por los Padres de la Iglesia como un “martirio incruento.”[24] Como el mártir somete su cuerpo al verdugo por amor de Dios, así en modo similar el religioso libremente somete su voluntad al superior por amor de Dios en un holocausto espiritual. San Pacomio, fundador del cenobio monástico, trasladó el acento de la ascesis corporal de prolongados ayunos y velas heroicas al altar de la obediencia.[25] Utilizando éste concepto patrístico, el beato Columba Marmion escribió en su libro Cristo: el ideal del monje, “a falta de martirio, que no está a nuestra disposición, nos inmolamos nosotros mismos en cuanto que depende de nosotros, por el voto de obediencia. El sacrificio es inmenso; es además muy agradable a Dios.”[26] Entonces, la obediencia es lo más cercano al martirio, sin sufrir de hecho la muerte corporal.

De esta íntima conexión entre la obediencia y el martirio, la manera en que la obediencia contribuye a la evangelización se hace clara. Se ha argumentado que una de las principales razones por la conversión rápida del imperio romano fue el ejemplo planteado de parte de tantos cristianos quienes voluntariamente aceptaron el martirio.[27] Ésta convicción llevó a Tertuliano a declarar: “la sangre de los mártires es la semilla de los cristianos.”[28] La misma palabra “mártir” deriva de la palabra griega “testigo” (μάρτυρ).[29] Como enseña Santo Tomás, el martirio es un testimonio explícito de la fe cristiana.[30] La obediencia, entendida como un martirio incruento, ahora puede ser vista como un testimonio incruento de la fe y así un medio más para el trabajo de la inculturación de la evangelio.

En la medida en que vivimos estos preciosos consejos evangélicos, damos un testimonio elocuente de la primacía de Dios, particularmente necesario en la obra de la evangelización de la cultura.[31] Por medio de los consejos, transfiguramos nuestra vida y nos convertimos en una huella que la Trinidad deja en la historia.[32] De este modo también cumplimos el precepto del Señor: “alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos” (Mt 5,16). Por ser lo que somos, monjes que vivimos según los consejos evangélicos, contribuiremos silenciosamente a la evangelización de la cultura.

Damos gracias a Dios por el don de nuestra vocación religiosa y pedimos, por la intercesión de la Virgen de Luján, la gracia de perseverar hasta la muerte en esta pequeña familia religiosa.

Recen por nosotros y sepan que ustedes están en nuestras oraciones.

Sem. Ted Trinko, IVE

El Pueyo de Barbastro, España

Galería de fotos:

 

[1] El Monasterio de Nuestra Señora del Pueyo en Barbastro, España.

[2] El amor preferencial que los monjes deben tener por la Virgen se remarca en el  Directorio de Vida Contemplativa, 65-66.

[3] Segundo Concilio Vaticano, Decreto Perfectae Caritatis [Sobre la adecuada renovación de la vida religiosa], 28 Octubre, 1965, 7.

[4] Directorio de la vida contemplativa, 6.

[5] Fórmula de profesión, Constituciones, 257.

[6] Directorio de la vida contemplativa, 134.

[7] Directorio de espiritualidad, 122.

[8] P. Miguel Soler, El apostolado intelectual de los monjes del IVE y la evangelización de la cultura, dado en la reunión de los miembros del Gobierno general  con los representantes de la vida contemplativa y algunos provinciales, 9 de Septiembre, 2015.

[9] San Juan Pablo II, Exhortación Apostólica Postsinodal Vita Consecrata [Sobre la vida consagrada y su misión en la iglesia y en el mundo], 80.

[10] Cf. Bto. Pablo VI, Discurso después de la consagración de Montecasino, October 24, 1964.

[11] Perfectae Caritatis, 7.

[12] Directorio de vida fraternal en común, 16. Sigue especificando el motive por esto diciendo: “pues para ellas la vida fraterna tiene dimensiones más amplias y profundas, que brotan de la exigencia fundamental en esta especial vocación, es decir, la de buscar sólo a Dios en el silencio y en la oración.”

[13] Ibid., 84.

[14] García M. Colombás, El Monacato Primitivo, (Madrid: BAC, 2004), 283.

[15] Directorio de la vida contemplativa, 10.

[16] Rev. Frederick William Faber, Progreso del Alma en La Vida Espiritual, trans. D. Gabino Tejado, (Librería de Leocadio Lopez: Madrid, 1899), 197.

[17] Cf. ST, II-II, 186, 3, ad 4.

[18] Directorio de la vida contemplativa, 45.

[19] Cf. Directorio de la vida consagrada, 68.

[20] Cf. ST, II-II, 152, 4.

[21] Directorio de la vida contemplativa, 137 citando Pio XII, Sacra Virginitatis, 43.

[22] Cf. Directorio de la vida consagrada, 139-142.

[23] La idealización del martirio por parte de los cristianos es explicada por Christopher Dawson: “Porque el mártir era el cristiano cabal. Él era el campeón y héroe de la nueva sociedad en su conflicto con la vieja, e incluso cristianos que habían fallado en el momento de la prueba – los lapsi – miraron a los mártires como sus salvadores y protectores.” (Christopher Dawson, The Making of Europe: An Introduction to the History of European Unity, [The Catholic University of America Press: Washington, D.C., 2003], 36).

[24] García Colombás , El Monacato Primitivo, 37.

[25] Ibid., 115.

[26] Bl. Columba Marmion, Christ: The Ideal of the Monk, abridged, Ch. 7, pg. 126.

[27] Cf. Dawson, The Making of Europe, 37: “Más que cualquier otro elemento, [el martirio] aseguró el triunfo final de la Iglesia.”

[28] Tertulian, Apologeticus, cap. 50.

[29] ST. II-II, Q. 124, A. 2, obj. 1.

[30] Ibid., A. 4.

[31] Cf. Directorio de la evangelización de la cultura, 156-158.

[32] Cf. Directorio de la vida consagrada, 204.

2 Comments on “Donde reina el Evangelio – Votos perpetuos”

  1. quiero ser monje. como hago?. aca en venezuela tendran alguna monasterio de vuestra orden?’

    1. Buenas tardes. Perdón por la tardanza en responder.

      Ponte en contacto con el P. Tristán: tristangelonch@ive.org Es el superior del Monasterio «Nuestra Señora del Socorro, en Tenerife»

      Por lo otro, en Venezuela no tenemos ningún monasterio ni tampoco comunidades de vida activa. De todas maneras, si quieres conocernos personalmente, lo más cerca que tenemos son unas casas en Guyana. Para contactarte con ellos, ingresa aquí: http://www.iveamerica.org/index.php/es/our-province/provincial-map

      Sino puede ponerte en contacto con alguno de los nuestros en Ecuador o Perú: https://www.facebook.com/iveperu/ https://www.facebook.com/ivecuador/

      Y en América tenemos solamente dos monasterios: uno en Argentina, en San Rafael, donde nació la congregación y el otro, fundado hace poco en EEUU, en Auriesville, NY.

      Cualquier otra pregunta, escríbenos

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