“Os aseguro que si el grano de trigo no cae en tierra y muere queda infecundo, pero si muere da mucho fruto” (Jn 12, 24).
Nació el hno. Lorenzo en Torres de Alcanadre (diócesis y provincia de Huesca), el 20 de abril de 1872. Vistió el hábito monástico el 4 de enero de 1899. Emitió los votos temporales el 13 de enero de 1900 y los Perpetuos el 12 de enero de 1903.
Al provenir el hno. Lorenzo de buena casa de labradores, se le puso en El Pueyo al frente de los trabajos agrícolas, difíciles por lo variados (cereales, viñedo, olivar, almendral y colmenas). El producto del campo, extenso y cortado por encinares, resultaba uno de los principales ingresos del Monasterio.
Tenía bajo su dirección a cinco o seis obreros y contaba con los mejores ejemplares de mulos de labranza. A veces, sobre todo durante las diversas recolecciones, también los monjes prestaban su ayuda en estos trabajos, según los proyectos diarios del Hermano.
A los criados (eran siempre jóvenes) los trataba con respeto y humanidad, pero sin consentirles palabras malsonantes. Si oía alguna blasfemia, inexorablemente despedía al que fuera. Igualmente, solía hacerse presente en el comedor de los “mozos” para bendecir la mesa.
Y a pesar de toda esta labor tan absorbente, asistía con piedad a los oficios litúrgicos, siempre que le era posible, así como a los demás actos de Comunidad.
Se trata de uno de los monjes que vivió sus últimos días y halló la muerte separado de la Comunidad. Efectivamente, el 20 de julio, por la tarde, junto con el hno. Vicente Burrel Enjuanes, se dirigió a Torres de Alcanadre, llegando al pueblo hacia las dos o tres de la madrugada del día 23. No pensaba el hno. Lorenzo que la confusa situación política se iba a prolongar, y se creyó suficientemente seguro en casa de su hermano Pablo. Si bien fue conducido a la Casa del Pueblo, no parece que el interrogatorio tuviera especial interés. Durante dos días estuvo oculto en el pajar de su casa, junto al hno. Vicente.
El día 5 de agosto llegó a Torres de Alcanadre, sobre las nueve de la mañana, un camión de milicianos, procedentes, al parecer, de Monzón. Seguidamente cogieron al hno. Lorenzo y a unos vecinos de su hermano, padre e hijo. En un principio, su sobrina, engañó a los milicianos diciéndoles que su tío estaba en la huerta, hasta donde fueron en su busca. Al no hallarle, regresaron a la casa, y al oír el hermano que preguntaban por él salió del escondite y se presentó espontáneamente. Los milicianos exclamaron: “Ya tenemos aquí al fraile; esta mujer nos había engañado”, comunicándole seguidamente que se lo iban a llevar a Barbastro para declarar.
En el patio de su casa, y antes de subirlo al camión lo registraron, hallando en su bolsillo una navajita, el rosario y alguna estampa. La navajita se la dieron a sus familiares: “Tengan, como recuerdo”; el rosario y las estampas las tiraron por el suelo.
Subió al vehículo “como un cordero, sin pronunciar palabra», pero estaba triste. Le acompañaban nuevamente sus vecinos, los López, padre e hijo. Conducidos los tres a la “Carretera de Torres de Alcanadre”, fueron asesinados en una pequeña planicie. A continuación, rociando los cuerpos con gasolina, les prendieron fuego, dejándolos sin sepultar.
El día 6, de mañana, un pariente del hermano Lorenzo, que pasaba por allí vio los cadáveres insepultos. El Hermano tenía las manos cruzadas sobre el pecho y en éste algo abultado que podría ser un libro…. ¿La Santa Regla, los Evangelios, un devocionario…?
SIGUIENTE: P. FERNANDO SALINAS ROMERO