12 P. Ildefonso Fernández“… Para servir al verdadero rey, Cristo el Señor” (Regla Benedictina Prólogo, 3).

Nació en Cobos -Muros de Nalón- (Asturias), diócesis de Oviedo, el 24 de junio de 1897. Realizados sus primeros estudios en El Pueyo, pasó a Montserrat para hacer el Noviciado, teniendo por maestro al P. Raimundo Lladós, uno de sus futuros compañeros de martirio.

Profesó en Montserrat, si bien para El Pueyo, e igualmente, recibió allí las Órdenes sagradas.

Vuelto a su Monasterio de origen, se le encomendaron los cargos de sacristán mayor y de organista, cargos que le acompañarían hasta su muerte. También, fue él el encargado de impartir la lengua latina a los colegiales, futuros monjes.

Se le recuerda como un hombre sencillo y bueno por naturaleza, que casi siempre estaba alegre.

Como sacristán, y por indicación del P. Prior, fue él quien recogió la Sagrada Eucaristía, en el momento en que, bajo amenaza de incendio, la Comunidad hubo de desalojar el Monasterio,

A raíz de la ejecución de la Comunidad, el día 28 de agosto, a las primeras horas, se comentó que en el paseo del Coso, al parar el camión debido al entusiasmo de los monjes, sonó el grito del P. Ildefonso: “¡Viva Cristo Rey!”, y que allí mismo a culatazos de fusil, le habían abierto la cabeza.

Aquel rumor, sin duda alguna respondía a un hecho real, aunque, no esté totalmente clara la identificación del monje o de los monjes torturados en el propio camión. Se insistía en el P. Ildefonso y no parece difícil, dada su juventud y su contagio al fervor.

En este mismo sentido se expresa un testigo de aquellos hechos: “Uno de los religiosos, bajito y casi calvo, que tocaba el piano, gritó en el paseo del Coso; ‘¡Viva Cristo Rey!’, de un modo singular, recibiendo como respuesta un golpe en la cabeza”. Como se ve, por estos datos, se trataría efectivamente del P. Ildefonso, pues en conjunto, únicamente pueden responder a su persona.

Fue ejecutado con la Comunidad en el camino de Berbegal, al pie de un cerrillo desde donde se divisa el Monasterio no muy lejos. Echado desnudo a la fosa, sus restos descansan en El Pueyo, sin identificar.

 

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