Triduo pascual en el Monasterio

Christus resurrexit! Resurrexit vere!

Cristo ha resucitado! Verdaderamente ha resucitado!

Para todos  los cristianos, la celebración del Triduo  Pascual es el momento más importante del año, ya que recordamos, y hacemos presente, el misterio de nuestra redención, realizado por medio de la Pasión y Resurrección del Señor.

En el monasterio de Nuestra Señora del Pueyo, tuvimos el gran gozo de conmemorar la Pascua con la ayuda de varios laicos que participaron en los actos litúrgicos.

Durante la semana Santa, los monjes cantamos el Oficio Divino a la medianoche, y rezábamos el viacrucis todos los días, desde la cruz del peregrino hasta la explanada superior.

Con gran solemnidad comenzábamos la celebración del Triduo Pascual con la “Misa de la Cena del Señor”, a la cual asistió un número muy nutrido de fieles, en su mayoría familias. Después  de la Misa y la entronización  del Santísimo Eucaristía en el monumento, los monjes acompañaron el Señor durante toda la noche , en turnos, hasta el canto de Tercia del Viernes Santo.

El viernes Santo, seguimos las huellas del Señor rezando Vía Crucis, con meditaciones del Papa Francisco sobre la misericordia. Luego, todos participamos  en la Celebración de la Pasión del Señor. Por la tarde, después un tiempo de recogimiento y oración, tuvimos la predicación de la soledad de la Virgen con el canto del “Stabat Mater”.

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El sábado al anochecer, tuvimos “la fiesta de las fiestas,”  la vigilia pascual, el día más sagrado del año litúrgico. De nuevo, con la participación de bastantes  fieles, conmemoramos la consumación de nuestra redención: la resurrección del Señor.

 

Pero las festividades no terminaron ahí, pues desde hace siglos los fieles de Barbastro han subido al Pueyo el lunes después de la Pascua para saludar a su Madre, este año acompañados por primera vez por el nuevo obispo de Barbastro-Monzón, Mons. Ángel Pérez Pueyo. Después de la Misa, de acuerdo con la tradición, los monjes repartieron a todos panes hechos por los monjes y bendecidos por el obispo.

 

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Rogamos, a la Reina del Cielo, que el gozo del Resucitado llene nuestros corazones.

Gaude et Laeterae Virgo Maria, Aleluya! Quia surrexit Dominus vere, Aleluya!

Gózate y alégrate, Virgen María; Aleluya! Porque ha resucitado Dios verdaderamente; Aleluya!

Sem. Theodore Trinko.